Afróntalo: no eres la misma persona que cuando tenías 20 años. A medida que envejeces, cambia desde tu cerebro hasta tu metabolismo. Tu cuerpo está en continua transformación y por eso tu dieta debería estarlo también. Con cada década que pasa, aumenta el riesgo de que puedas sufrir graves problemas de salud y tu alimentación juega un papel muy importante en la prevención de muchas enfermedades.

La buena noticia es que cuanto antes empieces a concentrarte en construir nuevos hábitos alimenticios, más crecerá tu esperanza de vida. Deberíamos estar estupendos, pero la realidad es muy diferente. Al seguir algunas dietas relámpago nos topamos con el conocido “efecto rebote” porque volvemos a comer lo mismo en cuanto perdemos el peso que pretendíamos… Y cuando llegas a los 40 el impacto es mucho mayor que antes.

A medida que nos acercamos a la mediana edad, el metabolismo se desacelera y se pierde masa muscular, lo que se traduce en que los regímenes de años atrás ya no nos sirven apenas para nada. Tranquilo, simplemente tienes que empezar a seguir los trucos para adelgazar adecuados a tu edad como los que recoge ‘Men’s Health’.

A los 30: come por tu corazón

La vida te golpea. Ya no te sientes un jovenzuelo y la responsabilidad del trabajo y de la independencia (si has tenido suerte) te mantienen ocupado y menos activo, lo que puede reducir tu energía y metabolismo y hacerte ganar peso más fácilmente. Y cuanta más grasa, mayor será tu presión arterial. Tu tarea es comer una dieta equilibrada y varios refrigerios a lo largo del día. Esto asegurará que tu cerebro tenga un constante suministro de nutrientes cuando lo necesites.

Dado que la hipertensión se asocia con un mayor riesgo de la enfermedad cardiovascular y de muertes, el control de la presión arterial es un pronóstico de gran valor para prevenir males mayores. La elección de una dieta adecuada es fundamental para prevenirla y sobre todo para aquellas personas con predisposición genética a tener la tensión elevada. La mayoría de los casos pueden controlarse mediante cambios en los hábitos de vida.

A los 40: devora frutas

A partir de los 40 años es más fácil y rápido coger peso y más difícil quitártelos de encima. Gracias a la desaceleración del metabolismo, podrías estar quemando 300 calorías menos que cuando tenías 20 años, según el Consejo Americano de Ejercicio. Mientras que a una temprana edad enfermedades como el cáncer o los problemas cardiovasculares no suponen una preocupación, el riesgo se eleva a partir de los 40. De hecho, el cáncer es la principal causa de muerte en las mujeres que tienen entre 40 y 50 años, seguidas de las enfermedades del corazón, la diabetes y el derrame cerebral.

A los 50: come por tus huesos

A partir de los 50, la mayoría de las personas pierden el interés en cuidarse y cuando se quieren dar cuenta pesan 15 kilos más y no son capaces de quitárselos. En el caso de los hombres, la testosterona juega un papel importante, pues se trata de una molécula hidrofóbica, que se adhiere a la grasa del cuerpo y que ayuda a construir el músculo. También mantiene regulada la insulina en el cuerpo, lo que ayuda a prevenir la diabetes. ¿El problema? Que los niveles de testosterona descienden con los años, a una tasa de alrededor del 1% al año después de los 50 años, lo que facilita considerablemente el almacenamiento de grasa, sobre todo en la zona abdominal.